El sitio
En
la manzana donde se encuentra el actual Mercado Municipal, ubicado entre las
calles Donado, O´Higgins, Arribeños y Olivieri,
funcionó entre 1842 y 1862 el cementerio local, antes de su traslado a
la actual plaza Pellegrini primero, y a la loma donde funciona en la
actualidad, después.
Ese
terreno, nomenclado como manzana Nº 8, tuvo varios propietarios, entre ellos
Ataliva Roca, hermano del presidente Julio A. Roca.
Hasta
la construcción del mercado, la población se abastecía gracias a los vendedores
ambulantes y a negocios de menor cuantía.
PRIMEROS
PROYECTOS
En
el año 1883 Agustín Marsans declaró: “el pueblo de Bahía Blanca, llamado a
ser una de las más importantes ciudades de la provincia de Buenos Aires, carece
por completo de un centro de abasto para consumo de la población.
Por
ese motivo, Marsans solicitó permiso para instalar un mercado de abasto y plaza
de frutos del país, con exclusividad por 20 años, con sucursales en el puerto y
otros lugares no especificados. Vencido ese plazo, el mercado pasaría a poder
de la Municipalidad. Sin embargo, esta solicitud fue desestimada, en favor de
la presentada por Gerónimo Torres.
Uno
de los grandes negocios a que dio lugar la administración comunal de los años
1880 y siguientes fue la concesión del mercado hecha a Gerónimo Torres (…) el
26 de octubre de 1883 en condiciones excepcionales. La municipalidad, bajo la
presidencia de Botet, le vendía la manzana 8 y otra frente a la estación del
Sud por $ 206 y 16 respectivamente para destinarlas a mercado central y
sucursal que levantaría “cuando le pareciese bueno”, sin especificar tarifas
que él fijaría a su gusto, y con concesión exclusiva por 25 años a partir del
día en que el mercado se inaugurase. Pasado ese plazo era obligatoria para la
municipalidad la adquisición de los edificios, por su precio de tasación más un
20% como indemnización a la empresa. Torres no benefició mayormente de su
concesión que paso pronto a manos de Ataliva Roca el cual pidió se le
ratificara. Pero la municipalidad, vuelta al sentido común, se negó a ello y
pretendió hacer anular el convenio ante la Suprema Corte.
En
1885, los señores Sicardi, Viejobueno y Cia habían querido levantar un mercado
de 30 x 50 metros en el cual hubiese 47 puestos. Y en el mismo sentido, en la sesión del 22 de
diciembre de 1885, en el libro de actas del Honorable Concejo Deliberante consta
que: “Se aprobó el dictamen de la comisión compuesta por los señores Reynal
y Peralta en el expediente del mercado a construirse en la manzana Nº 8 ...”
Creyendo la municipalidad estar de nuevo en posesión de los
terrenos, resuelve en 1887 (siendo intendente Luis Caronti) proceder a
construir un mercado en la manzana 8 citada, con planos de Mario Biggi y para
empezar y arbitrar recursos se sacan a remate los lotes 1 a 4, 9 a 16 y 21 a 24
de dicha manzana. La víspera del remate, Ataliva Roca hace intervenir a la justicia
alegando derechos a esos terrenos y el remate es suspendido.
Pero la acción de Ataliva en los tribunales solo prospero a
medias. Torre había hecho con la municipalidad un arreglo, por el cual devolvía
la manzana 8 a cambio de la quinta 203; pero más tarde los derechos de Ataliva
pasan a Joaquín Carballo el cual se entrevista con los municipales, vuelve a
posesión de la disputada manzana 8 y se compromete a levantar en ella el
mercado, entregando a la municipalidad la suma de 6.000 pesos a los seis meses
de estar funcionando. Este contrato se refrenda, y por segunda vez la
municipalidad comete el error de conceder al dueño del mercado derechos
exclusivos. Nadie, ni siquiera la comuna podrá levantar otros mercados durante
los 20 años de la concesión. Se reserva sí, el derecho de expropiar a los
14 años pagando el valor de tasación y un 20 % como prima. El concesionario
pagara 300 pesos mensuales los diez primeros años y 600 los restantes: por las
sucursales que establezca 100 y 200 respectivamente.
LA
INAUGURACIÓN A FINES DEL SIGLO XIX
Todas
estas dificultades habían llevado su tiempo y el mercado no pudo inaugurase
hasta el 1 de agosto de 1892, siendo el que hoy conocemos por mercado de abasto
y situado en la calle O’Higgins. Su primer administrador fue Máximo Peralta, el
cual renunció a los pocos meses. Más tarde la concesión pasó a manos de
Cabanillas.
[la concesión para su funcionamiento fue otorgada a la firma Estévez Cambra y
Cía]
El
edificio contaba con un amplio kiosko poligonal central al aire libre, que daba
a diez puestos de carne, a los que se accedía por dos entradas.
Con
los años se fueron ocupando también los locales que daban a la calle. Los
vecinos apodaron al mercado república nocturna, debido a los ruidos,
desorden y constante movimiento de carros que traían carnes, verduras y frutas
que venían de la región.
Todo
ese movimiento contribuyó a la consolidación de O´Higgins y Donado como las
principales calles comerciales.
Sin
embargo, ya en el año 1902 ya se empezaron a mencionar ciertas falencias, como
que el edificio era una heladera grande y sucia en invierno, un horno
ardiente en verano, y que los olores que emanaba podían llegar a ocasionar,
incluso, un grave peligro de asfixia.
A partir de 1904 el negocio del mercado era excelente y la
municipalidad comenzó a pensar en la conveniencia de hacer uso del derecho de expropiación
que para ella comenzaba a los 14 años de inaugurado. Rojas, durante su
intendencia, elevo al concejo en mayo de ese año un proyecto de expropiación
que no tuvo consecuencias: más tarde, hubo negociaciones serias sobre la base
de un millón de pesos, pero tampoco fue posible terminarlas. El punto
culminante de esas negociaciones fue el año 1909, conviniéndose en cancelar por
una parte los derechos de exclusividad y de radio y perdiendo la comuna sus
derechos a la expropiación. En 1905 se había elevado la patente del mercado a
6.000 pesos anuales; por el arreglo de 1909 se le fija una patente máxima de
3.000.
En
cuanto fue posible establecer nuevos mercados, surgieron varios: el mercado de
Alvarado de J. Gorina, el de Villa Mitre de Peralta; luego el Noroeste en
calles Atacama y Holdich: el Obrero en el Barrio Tiro Federal; el del Sud, en
Brown 742 y finalmente el San Martin, al número 380 de la calle del mismo
nombre.
EL
MERCADO PASA A SER MUNICIPAL
En
1948 una comisión integrada por médicos, veterinarios y técnicos, sugirió la
necesidad de modernizar al edificio “por razones de orden estético y
sanitario”. Así, entonces, en 1951 el intendente Norberto Arecco declaró la
utilidad pública del edificio y procedió a su expropiación.
El
8 de abril de 1951, la firma Lanusse & Olaciregui Ltda. tuvo a su cargo el
remate de las instalaciones del viejo Mercado de Abasto, cuya superficie
cubierta era de 5.751,31 m². En el texto publicitario del remate podía leerse:
“en
el corazón mismo de Bahía Blanca donde se centralizan y se irradian las
energías activas que hacen de esta ciudad y su próspera región, una estrecha
unidad entre la geografía, el trabajo y el progreso (…) flameará el 8 de abril
a las 11 Hs. como un augural saludo por el 123º Aniversario de Bahía Blanca, la
bandera de Lanusse & Olaciregui, en uno de los acontecimientos
inmobiliarios más trascendentales de los últimos cincuenta años: el remate del
MERCADO DE ABASTO.
ES VERDAD…
Se remata el
Mercado de Abasto
¿Cuánto
vale un pedazo de tierra en pleno corazón de Bahía Blanca? (…) la verdad un
pedazo de tierra en el centro fabril del comercio de nuestra ciudad no tiene
precio.
Su
ubicación es insuperable. Comercialmente estratégica. Las propias dimensiones
del inmueble – virtualmente una manzana – permiten que más de un centenar de
personas desarrollen cómodamente las actividades propias del lugar.
Las
calles que rodean el Mercado de Abasto, como las de O´Higgins y Donado,
canalizan, absorben, distribuyen y dirigen las principales energías del
trabajo.
El
municipio expropió el mercado y pagó la suma de 3,2 millones de pesos a la
sucesión de Tomás López Cabanillas y Leónidas Lucero, propietarios del
edificio.
Resuelta
la expropiación, la comuna llamó a licitación para demoler el viejo edificio, y
organizó un concurso de anteproyectos para la construcción de uno nuevo. Este
mercado modelo municipal debería contar con dos subsuelos, planta baja y cuatro
pisos superiores destinados a los puesteros.
A
fines de 1951 se firmó contrato con el arquitecto Miguel C. Rocca, ganador del
primer premio.
La
preparación de los planos para licitar la obra, que fue bautizada “Mercado
Presidente Perón”, demandó más de un año y recién a principios de 1953 se
pudo licitar. Sin embargo, cuestiones técnicas obligaron al intendente Arecco a
declarar desierta la licitación para la construcción, y el golpe de estado de
1955 envió al archivo todo lo actuado.
DEMOLICIÓN
DEL MERCADO DE ABASTO
Así
entonces, a pesar de ese intento, el edificio se mantuvo en pie, en pleno
centro con sus serios problemas de higiene, entre otras falencias.
Recién
en 1966, el intendente Luis María Esandi convocó a un nuevo concurso nacional
de anteproyectos para la construcción de un edificio que tendría similares
características a las planteadas en la década de 1950, salvo que los pisos
superiores estarían destinados a cocheras. Esa fue la convocatoria más exitosa
de la historia de Bahía Blanca, con 47 proyectos recibidos de todos el país.
El
jurado, formado por los arquitectos Eduardo Sacriste, José María Pascualetti y
Pedro Doiny Cabré, eligió por unanimidad la propuesta de los arquitectos Mario
Goldman, Horacio Ramos y Emilio Gómez Luengo. Mario Goldman recordó años más
tarde: “Creo que lo que nos hizo ganar el concurso fue como resolvimos el
acceso a las cocheras, abriendo calles en la parte posterior del edificio y
entradas mediante dos rampas”.
Entre
los años 1967 y 1968 se comenzó con la mudanza de los puestos y se demolió el
ala del mercado que daba sobre calle O´Higgins. Se pensó que esta parte del
edificio iba a ser reconstruida posteriormente, según lineamientos municipales.
Posteriormente, en ese lugar se inauguró la Plaza del Sol en 1978,
rebautizada en 1994 como Plaza Ricardo Lavalle.
LA
INAUGURACIÓN DEL MUEVO MERCADO MUNICIPAL
El
nuevo edificio del Mercado Municipal, que contaba con subsuelo, 59 locales y
cocheras, fue inaugurado finalmente durante la intendencia de Mario Monacelli
Erquiaga, el 1º de septiembre de 1971.
De
este mercado se dijo que daba una respuesta adecuada al crecimiento de la
ciudad, con una funcionalidad y visión de futuro que la hacía una de las más
completas en su tipo en Sudamérica.
Sin
embargo, la mayor crítica que realizaron sus visitantes, fue la poco práctica
vinculación que existía entre el edificio y las veredas.
En el año 1993 el edificio fue bautizado “Mercado Municipal Comunitario don Eugenio Martínez” en memoria de quien fuera intendente electo entre los años 1973 y 1976, fallecido el 27 de junio de ese año.
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