domingo, 23 de marzo de 2025

LA INUNDACION DE 1933, según Arthur Coleman

 INUNDACIONES PROVOCADAS POR EL DESBORDE DEL NAPOSTA GRANDE

COLEMAN, Arturo, Mi vida como ferroviario inglés en la Argentina, Bahía Blanca, 1951, pp. 451-453



"Desde que llegué a Bahía Blanca y por un período de cincuenta años, constituyó un serio problema el arroyo Napostá Grande y también aunque en menor escala, el arroyo Sauce Chico.

Cada vez que llovía copiosamente en las sierras de la Ventana, se engrosaba el caudal del arroyo Napostá Grande y si la lluvia era intensa las aguas desbordaban cubriendo las extensiones cercanas al curso del arroyo. Mientras la edificación se mantuvo alejada de las orillas del arroyo los daños que causaba eran de reducida importancia, limitándose a perjudicar las huertas de los alrededores, pero cuando la población se extendió edificándose casi en la orilla misma, el asunto de los desbordes y las inundaciones fue tomando un cariz cada vez más grave y perjudicial.

Me sería imposible recordar cuántas veces tuve que acudir, con los elementos del Ferro Carril Sud, a ayudar al salvataje de los pobladores en peligro y las suscripciones y colectas que se realizaron en beneficio de las víctimas de las inundaciones a quienes el agua llevaba sus modestos enseres, derribando sus endebles construcciones de madera o adobe. Al escribir estas líneas se pretende enfrentar de una vez por todas el difícil problema de regularizar o encauzar el caudal del arroyo Napostá Grande profundizando su lecho o desviando parte de sus aguas en las grandes avenidas y ojalá se logre llegar a un feliz resultado que yo no he podido ver en medio siglo de constantes estudios y trazado de proyectos. No ocurría inundación que no llevara aparejada la llegada de técnicos y los consiguientes planos para evitarlas en lo sucesivo, pero aquietado el clamor de la ciudad por las pérdida experimentadas, renacía la calma y todo quedaba en el olvido.

Posiblemente la más terrible inundación que yo haya presenciado fue la ocurrida el 17 de marzo de 1933 en que desempeñaba las funciones de intendente municipal don Agustín de Arrieta. Las pérdidas fueron enormes y como no existía ningún preparativo para acudir en ayuda de las personas qeu de un momento para otro quedaron aisladas completamente rodeadas por la furiosa creciente, se tuvieron que realizar verdaderos sacrificios para ir en su auxilio, utilizándose los elementos que estaban disponibles con toda urgencia, pertenecientes al cuerpo de Bomberos, Base Naval, Subprefectura Marítima, Ferrocarril Sud, Intendencia Municipal, etc.

El coronel Bortagaray, jefe del Regimiento 5 de infantería, al frente de sus oficiales y de numerosa tropa, pudieron salvar a muchas personas en inminente peligro de ser arrastradas por las aguas y cosa idéntica hizo la policía retirando de las zonas inundadas a los pobladores lográndose que el saldo de muertes fuera solo de un adulto y una criatura.

Si bien afortunadamente la pérdida de vidas humanas se redujo a las dos citadas, en cambio la destrucción fue inmensa perdiendo muchos vecinos cuanto tenían en sus humildes hogares. Para socorrerlos, en la medida de lo posible, se organizo una comisión de auxilios presidida por el intendente don Agustín de Arrieta, actuando yo como vice presidente, y compuesta además por los señores Ramón Olaciregui, Enrique Julio, Julio Simón, Coronel Juan A Bortagaray, Camilo Bertorini, Carlos Vitalini, José María Pérez Bustos, Agustín Hunter y Cirilo Pérez.

El comercio contribuyó generosamente con sus aportes. Ropas y comestibles fueron clasificados y empaquetados para entregarse a los más directamente necesitados. La colecta iniciada entre diez contribuyentes sumó 14.000 pesos y los restantes hasta 33.365,40 pesos , o sean pesos 19.365 con 40 se recolectaron entre 3.622 contribuyentes, demostrando la solidaridad del vecindario bahiense. Según el censo levantado por la comisión de auxilios, la inundación afectó a 569 familias, compuestas por un total de 2361 personas, resultando 110 edificios dañados y 84 cultivos destruidos por completo.

Las zonas más perjudicadas por las aguas fueron naturalmente las partes bajas de la ciudad y próximas al arroyo: Villa Mitre, Tiro Federal, Villa Obrera, Parque de Mayo, La Floresta, Aldea Romana, Barrio del Pacífico, y Barrio Río Colorado. En ciertas partes, la altura del agua alcanzó a un metro y medio en el interior de las habitaciones.

La ruina fue enorme, desapareciendo casas enteras y otras quedando semi derruidas. Las quintas fueron arrasadas y los cultivos arrastrados al maro por la correntadas. Numerosos animales perecieron ahogados. Muebles e implementos domésticos, flotaban sobre las aguas perdiéndose en el Océano o estrellándose contra los alambrados que pudieron resistir el empuje de la avenida. No fue posible restituir a los pobladores por insuficiencia de recursos los muebles perdidos y la comisión procedió como primera medida a repartir colchones, frazadas y ropa de cama a los damnificados.

Pocos días más tarde, aún no repuesta la población del daño sufrido, nuevas lluvias provocaron el desborde del Sauce Chico en Cuatreros hoy General Daniel Cerri, el 9 de abril lo que empeoró la situación y obligó a la comisión a repartir sus recursos con las nuevas víctimas.

Desde el año 1933 se han experimentado periódicas inundaciones provocadas por el arroyo Napostá Grande aunque sus consecuencias no llegaron a asumir la magnitud de aquella. Es de esperar, para el bien de la ciudad de Bahía Blanca, que el problema de los desbordes será encarado definitivamente y más que encarado, resuelto. Cincuenta años de paciencia han de tener, seguramente su recompensa."


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