"En Bahía Blanca, no se puede pasar sin mencionar siquiera la “quinta del Cura”. La quinta del Cura es una quinta perteneciente a Mr. Augusto Rolff, sujeto inglés que vino hace quince años a Bahía Blanca, anduvo algún tiempo muy pobre, hizo un viaje a Inglaterra y regresó con algún dinero, comprando luego el terreno que es hoy su quinta.
La quinta misma es igual a las demás de Bahía, salvo que posee muchos pies de tuna de higos y da, con La Bodega, otra quinta, el mejor chacolí. En Bahía Blanca se asegura que la quinta del Cura es un modelo de cultivos y en Buenos Aires agregan, los que se dan por bien informados, que es un edén. ¡Poder de la fantasía!
Es una quinta aseada cuyo dueño, según propia declaración, no entiende jota de agricultura. ¡A tal punto es incompetente que, como él mismo me lo ha dicho, habiendo mandado traer libros ingleses sobre agricultura para instruirse, solo cuando los hubo leído echó de ver que los agrónomos británicos no tienen motivo de entender ni conocer la viticultura…!
Pero si la quinta del Cura es un mito popular, no menos lo es el cura mismo, Mr. A. Rolff. En la leyenda popular, en la opinión del vulgo, Mr. Rolff es un sabio, un teólogo, un clergyman misántropo y millonario que se ha desterrado voluntariamente en Bahía Blanca. Yo he encontrado en él un tipo de lo que llamamos en criollo “un inglés fino” que ha perdido su fineza. Su hábito externo, como se dice en patología general, denota que adolece de corea incipiente y que pertenece a una familia de gente distinguida. Me atrevería a afirmar que es normando puro, a pesar de su apellido. Esa redacción puede averiguarlo en la Collectanea genealógica de Foster que tiene en su biblioteca.
Se le llama cura porque se le cree pastor protestante, bajo la fe de una invención que hicieron correr algunos ingleses del Sauce; se le cree sabio porque tiene una buena biblioteca; se le cree millonario porque trajo de Inglaterra una suma de dinero que no alcanzaba a $10.000; se le cree misántropo porque no visita a nadie.
Como La Bodega no vende su chacolí, queda solo el Cura único vendedor del mejor vino de Bahía Blanca. Él mismo dice que, como “no es zonzo”, se hace pagar caro. En efecto, el chacolí de uva moscatel cuesta en la quinta del Cura $20 la botella de cuarta y media. Era natural que a la gran mistificación que es la viticultura en Bahía Blanca, correspondiera una gran fábula sobre el mejor viticultor.
Así sucede, y poco se pierde en ello, por suerte. Sin embargo, el chacolí ha merecido ya décimas de los paisanos y el Cura ha de llegar también a merecerlas. Los rústicos trovadores de la Pampa cantarán en Fuerte Argentino la persona del Cura; mas lejos la leyenda aumentará, y probablemente, al pie de los Andes, Mr. Rolff llegará a ser héroe misterioso, rodeado por la aurora de lo sobrenatural. ¡Qué buen pro le haga al cantado y a sus cantores"
LUGONES, Benigno, La vida en Bahía Blanca Bahía Blanca, Marzo 6 de 1883.
Cuenta LAMARQUE, Adolfo. “A orillas del mar; recuerdos de Bahía Blanca”, en ocasión de un viaje a Bahia Blanca en 1885:
"Cesar, nuestro Automedonte nos hizo conocer hasta la quinta del cura. Este personaje es una especie de monje civil, cuyas armas son unos quinientos viejos volúmenes, y cuya base de prosperidad es el chacolí que vende. Le llaman allí el cura por lo retirado y lo estúpido."
Publicado en Revista Comercial de Bahía Blanca, año 8, n° 327, 13 de febrero de 1909, pp17-19