
Fábrica de bolsas en Villa rosas, Compañía industrial de bolsas. Archivo Ferrowhite FW-3633
EL MUNDO EN UNA BOLSA( (cosida)
Ahí están, aunque parezcan ocultas. Entre las casitas del Boulevard y también en El Guanaco, cientos y cientos de obreras día a día cortan, cosen y remiendan sin cesar. Vienen de los barrios cercanos a trabajar en las fábricas de bolsas de arpillera, utilizadas para almacenar los granos que salen a través del puerto de Ingeniero White.
En enormes galpones de madera y chapa, mujeres jóvenes y adultas trabajan vigiladas por capataces y jefes. Los cortes en las manos, los callos en los dedos, los dolores de espalda y los problemas respiratorios están a la orden del día. Pero también charlan a escondidas, se ayudan entre ellas para terminar las labores, salen a bailar a los carnavales del barrio, publican cartas en la prensa anarquista, reclaman en las huelgas y también, entre los hilos, las tijeras y el sonido incesante y ensordecedor de las Singer, se enamoran. Tras el polvillo y la pelusa que todo lo cubría, entre el frío de duros inviernos y el calor sofocante de veranos eternos, las “obreras de la aguja” tienen cientos de historias para contar.
EL MUNDO EN UNA BOLSA( (cosida)
Ahí están, aunque parezcan ocultas. Entre las casitas del Boulevard y también en El Guanaco, cientos y cientos de obreras día a día cortan, cosen y remiendan sin cesar. Vienen de los barrios cercanos a trabajar en las fábricas de bolsas de arpillera, utilizadas para almacenar los granos que salen a través del puerto de Ingeniero White.
En enormes galpones de madera y chapa, mujeres jóvenes y adultas trabajan vigiladas por capataces y jefes. Los cortes en las manos, los callos en los dedos, los dolores de espalda y los problemas respiratorios están a la orden del día. Pero también charlan a escondidas, se ayudan entre ellas para terminar las labores, salen a bailar a los carnavales del barrio, publican cartas en la prensa anarquista, reclaman en las huelgas y también, entre los hilos, las tijeras y el sonido incesante y ensordecedor de las Singer, se enamoran. Tras el polvillo y la pelusa que todo lo cubría, entre el frío de duros inviernos y el calor sofocante de veranos eternos, las “obreras de la aguja” tienen cientos de historias para contar.
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