viernes, 20 de diciembre de 2024

EL AGUAYO DE VICTORIA






Estuvo en la muestra del museo, unos meses, el aguayo de Victoria Mamani, pero ahora a fin de año, volvió a manos de su dueña.

Cuando fuimos a devolvérselo esto nos contó:

"Alla en Bolivia el aguayo lo utilizamos para cargar cosas, también lo utilizamos cuando tenemos hijos cuando tienen hijos, para cargar cosas. Este es un regalo de mi mamá, Mi mama sacó la lana de la oveja lo empezó a hilar, primero lo lava, después compra la tintura para teñir los colores, así como vos lo ves, lo envuelve lo tuerce el hilo, después en el telar lo que hace, no se cuanto tiempo tarda en hacerlo. Hay un montón de mujeres que hacen esto. Es como una obligación que la madre te regala un recuerdo, te regala un aguayo y una colcha.

Vine de Bolivia a los 14 años, sola, sin nadie a Burato, estuve trabajando en el campo, ahí me junté con el papa de los chicos, empezamos en el campo, siendo chacarero, sembrando.

Ahí en San Adolfo, el patrón manejaba muchísima gente, había gente de Bolivia, ponele 300, 400 personas, nos pagaban muy poquito, para comer nos daban un vale, que no era plata, era un vale quien firmaba y te lo daba, cuando terminaba la temporada capaz te pagaban lo que habías trabajado toda la temporada y después la gente se volvía a Bolivia, porque es temporada la cebolla, vienen y se vuelven. Muchos en Buratovich, Ascasubi, Luro. 

Y de los que nos quedamos, algunos se están viniendo para Bahía. 

Yo hace como cinco años me vine a Bahía, porque José [el hijo mayor] empezó la universidad, el papá de los chicos había fallecido, busqué una forma de poder trabajar algo más liviano para mí, empecé con la verdulería, estamos aquí ahora, vamos bien...

Este objeto, preciado para ella, lo fue también para nosotros mientras lo tuvimos en la muestra. Ahora para nosotros resulta mucho más valiosa su palabra. Porque nos interesa pensar quiénes somos los que somos, los bahíenses, a través de las historias  de los (in) migrantes, los de antes y los de ahora. Porque piernas tenemos, lo que somos no está en la sangre sino en la historia vivida y la experiencia compartida.

                   

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