lunes, 16 de diciembre de 2024

El temporal del 2 de enero de 1891

 



TEMPORAL EN BAHIA BLANCA
Ninguno de nosotros podrá olvidar mientras viva el fenómeno climático que arrasó la ciudad hace un año, 16 de diciembre de 2023, con el lamentable saldo de víctimas fatales y enormes pérdidas materiales, porque sin duda fue para todos una experiencia excepcional, y por lo tanto imposible de olvidar.

Una sensación análoga tuvieron los bahienses después de aquella tarde del 2 de enero de 1891.

"EL DESASTRE DE AYER - Bahia Blanca en ruinas. Todos los detalles

Ayer, a eso de las seis y minutos de la tarde, una densa y negrísima nube avanzaba por el lado norte de la ciudad, con aspecto imponente, anunciando una de esas tormentas que rara vez se presentan en estos parajes. Hacía su marcha devastadora con tal rapidez y tal violencia que diez minutos después de apercibida en el confín del horizonte ya estaba sobre nosotros, envolviéndonos en torbellinos de arena que arrastraba el viento huracanado con furor indescriptible.
Sin que el viento cesase, desplomóse torrencialmente la lluvia con un ímpetu no previsto, las ráfagas pulverizaban el agua que caía sin embargo en cantidad asombrosa.
El ciclón porque ha sido un verdadero ciclón no duró menos de veinte minutos, con violencia igual a la de su comienzo. Mientras él se dejó sentir nadie se aventuraba fuera de las habitaciones y con razón pues semejante atrevimiento hubiera costado caro a quien lo intentase. Pero luego que el viento amainó, la voz de alarma corrió por la población con la rapidez el rayo. ¡La tormenta había sido causa de un verdadero desastre!


Un veinte por ciento de los edificios de Bahía yacía por el suelo o quedaba sin techumbre mientras que la mitad del resto había sufrido deterioros de mayor o menor importancia.
En el apresuramiento con que describimos, permítasenos amontonar datos; los detalles abundan de tal manera qu es imposible proceder con orden para utilizarlos debidamente.

A la hora que escribimos, 12 p. m sigue todavía lloviendo don fuerza y las calles de la ciudad se llenan amenazadoramente de agua. El viento arrancó gran cantidad de vellones esparciéndolos por las calles hasta gran trecho.

Siguiendo la misma calle hacia la estación del FCS se ven a uno y otro lado tapias derruidas, casas sin techo e infinidad de chapas de zinc acusan que el desastre es grande. En la casa del D. Rafael Calvánico ha volado también la mayor parte del techo, derrumbándose algunas paredes. En una de las piezas de esta casa no sabemos si el techo o la pared al derrumbarse fracturó un brazo de una mujer italiana, inquilina, causándole además una grave contusión en la cabeza. La estación del FCS, se nos dice, está rodeada de un inmenso lago sobre el que se ven flotar muchos objetos arrancados por el viento de las casas. La barraca del Sr. Tellarini o ha escapado tampoco al furor de la tormenta; allí también el techo ha desaparecido. En previsión de una inundación o por temor al derrumbe del edificio, el Sr. Tellarini ha trasladado la familia al centro de la ciudad al hotel "Londres."
Hacia el norte de la calle Soler ha volado también todo el techo del gran depósito de carbón, cal de Mauricio Apat dejando al descubierto todos los departamentos, a excepción de uno solo donde vivía un matrimonio con cinco hijos no habiendo providencialmente ocurrido ninguna desgracia personal". La barraca "San Juan del SR. Lagleyze ha sufrido igualmente algunos perjuicios, volando el techo de la caballeriza, desarrollándose además en el interior del patio una escena cómico-trágica pues en los momentos en que el viento soplaba con todo su poder, fue arrebatada por él la casilla conjuntamente con el perro que se hallaba encadenado a ella, yendo a sujetarse a un largo trecho contra la tapia del fondo. (...) En el sudoeste del pueblo no ha quedado un solo edificio sin detrimento. La ciudad entera es un campo de desolación.

(...)

La policía ha estado en campaña durante toda la noche socorriendo eficazmente a las víctimas del ciclón que son numerosas aún cuando no haya habido muchas desgracias personales, que se sepa por lo menos. Es por eso que no consignamos dato alguno oficial, pues no hemos logrado hablar con los empleados superiores de policía. En cambio hemos recorrido en carruaje una gran parte de la cuidad, y volvemos realmente espantados del aspecto que presenta. Por todas partes ruinas, por todas partes familias sin techo, para las que  quizás no sea posible allegar recursos por ahora. El cuadro es desolador.

En la Estación del ferrocarril Bahía Blanca y Noroeste el ciclón ha hecho estragos haciendo  volar algunos techos  varias paredes. Afortunadamente, no ha habido desgracias personal alguna, que conozcamos por lo menos. La mayor parte de los postes del teléfono está por el suelo, la reparación será difícil pues equivaldría a una nueva instalación. El pueblo estará pues, sin teléfono durante varias semanas.

(...) Del Puerto no sabemos una palabra a causa de la interrupción de telégrafos y teléfono y de la imposibilidad material de trasladarnos allí con motivo de no hallar vehículo cuyo conductor quisiera arriesgarse a los intransitables caminos. Hoy seguramente se conocerán los detalles.

De la casa del D. Santiago Susbielles, calle O'Higgins ha volado el techo.


Al día siguiente, en el diario del 4 de enero, se enumeran los derrumbes en las obras de la Estación Bahía Blanca Noroeste, en el Hotel de Inmigrantes, aserraderos, corralones y baracas completamente destruidas. Y este comentario: "La intensidad no es la misma en todas las localidades a pesar de la poca distancia relativa entre unas y otras. El huracán no se hizo sentir tanto en el Puerto ni por cerca como en esta población, a no ser el susto consiguiente y el mayor o menor movimiento en las casillas de madera, no hubo nada. Los buques no se movieron de su fondeadero."

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