jueves, 19 de junio de 2025

1904 La disputa por los "brazos", entre la cosecha y las obras de los ferrocarriles (tierra, inmigración y trabajo)

EL PROBLEMA DE LOS BRAZOS

La cosecha y los ferrocarriles

La Nueva Provincia, 30 de septiembre de 1904 

Hemos venido dando la voz de alerta sobre el único peligro que amenaza por hoy la cosecha agrícola que se presenta magnifica en todo el territorio de la república y en esa misma propaganda nos acompaña la prensa en general.

La falta de brazos para el laboreo de las sementeras es en la actualidad un p unto más oscuro que la invasión de la langosta y que los fenómenos atmosféricos. Ya habíamos encarado el tema bajo su faz general y oportunamente estimulamos la realización del único recurso que se presentaba con más probabilidades de alejar la amenaza cual era el de abrir registros en las provincias el norte y del oeste ara acumular brazos y tenerlos listos para transportarlos al lugar donde el trabajo agrícola los necesite.

Esa medida, de que se encargarían las oficinas de inmigración o las dependencias del ministerio de agricultura, sería la salvación de la cosecha porque no hay que esperar que la inmigración aumente en la proporción exigida por las necesidades de la zafra i aún calculando que la que anualmente viene por esta época sea este año mayor que los anteriores.

En las provincias cuya industria principal no es la agricultura no se siente la carencia de brazos y de consiguiente no se perjudicarían si se extrajeran por dos o tres meses unos cuantos cientos de trabajadores. Esto es lo más práctico, lo que debe apresurarse a hacer el gobierno antes que la especulación particular le gane de mano porque entonces la medida, aunque diera resultad o para los agricultores, no sería todo lo conveniente que es de desear para los trabajadores que muy fácilmente estarían dispuestos a una explotación perjudicial.

Pueden haber otros medios conducentes al mismo fin, pero hoy por hoy aquel es el único factible.

Además hay que tener en cuenta esta otra consideración que afecta directamente a la provincia de Buenos Aires y aumenta el peligro: la empresa del F.C.Sud conchava peones para la construcción del ramal a Guatraché: la de BB y Noroeste necesita también muchos para la línea de Nueva Roma a CAriló; la del Gran Oeste empezará en breve su ramal de San Rafael a Toay; la del Pacífico va a iniciar los trabajos de la línea de Rufino a cañada Verde Buena Esperanza y Pedernera, luego vendrá la de Rufino a Bahía Blanca y muchas otras autorizadas por el gobierno de la provincia.

Pues bien, esta enorme cantidad de trabajo ferroviario requerirá la labor de unos diez mil hombre por lo menos, y de esos diez mil, dos terceras partes indudablemente son brazos que faltarán en la tarea agrícola, son peones que quedan sustraídos a la siega y a la trilla.

Esto es grave, más de lo que el gobierno se imagina, y mas de lo que piensan los agricultores, y los representantes gremiales que no prestan la atención que merece el asunto ni exigen de quien corresponde que se solucione el problema. Estamos abocados a la cosecha de cereales, faltan brazos, no por cientos sino por muchos millares y la expansión ferroviaria disputa la adquisición de los trabajadores. Luego, pues, la perspectiva es oscura.



 OFICINA DE INMIGRACION

¿Por qué no la hay en Bahía Blanca?


 La Nueva Provincia, 10 de diciembre de 1904

Es verdaderamente extraño que en una ciudad como Bahía Blanca, centro de operaciones comerciales, cabecera de una vasta zona agrícola y granadera no tenga una oficina de Inmigración o de trabajo para facilitar la provisión de brazos. Casi todos lo s pueblos de la república cuentan con esa dependencia. Hasta Santa Rosa de Toay y Neuquén tienen una Comisión de inmigración encargada de recibir los pedidos de trabajadores, transmitirlos a la Oficina Nacional y proveer a los interesados y no nos explicamos por qué razón el gobierno no la crea en Bahía Blanca.

Recordaremos con este motivo que el actual cuartel que ocupa el batallón 2 de infantería fue construido expresamente para Hotel de Inmigrantes y después de tres años de estar desocupado se le entregó al ministerio de guerra.

Desde entonces nadie ha pensado que en esta ciudad es necesaria, utilísima una oficina de esta naturaleza porque prestaría evidentes servicios a todos los agricultores, ganaderos e industriales no solo de aquí sino de Dorrego, Saavedra, Villarino, Coronel Suarez, Puán, Pringles, Tres Arroyos y los departamentos de las gobernaciones de la Pampa Central y Rio Negro que están más cerca de Bahía Blanca que e las capitales de esos territorios estar

Es lógico que los interesados se dirijan a la oficina más inmediata que en el caso presente sería la más importante, sin contar que los inmigrante vendrían con más voluntad a una ciudad como la nuestra, por su importancia, y por su ubicación desde donde comenzarían a conocer el territorio y podrían dirigirse donde les conviniera más. El ministerio de agricultura o la dirección de inmigración deben padecer algún error respecto a este asunto porque hace pocos días llegó a la estación local del F. C. Sud un equipaje de colonos recién llegados al país que traía en los rótulos esta inscripción: “Oficina de inmigración de bahía blanca”, mientras que sus destinatarios o dueños estaban en Toay.

Esto hace suponer que aquella repartición está en la creencia de que aquí existe una dependencia.

Es pues de urgente necesidad que se llene este renglón en blanco decretando la inmediata creación de una Oficina de Inmigración en esta ciudad.


INMIGRANTES SIN ASILO

La Nueva Provincia, 21 de diciembre de 1904

Iniciativa que se impone

Nos hemos venido ocupando durante varios días de la falta de una oficina de inmigración en esta ciudad, dependiente de la Dirección General que existe en Buenos Aires, y este asunto si no se subsana en el sentido indicado, producirá sus consecuencias en detrimento del crédito de los poderes del estado.

No hay necesidad de recalcar la conveniencia de la creación de una oficina local de trabajo que corra con todo lo concerniente a la recepción, hospedaje y colocación de los inmigrantes como tampoco sobre la insignificancia de la erogación que aquella demandaría.

Esto esta fuera de toda duda y de toda observación así es que si el ministerio de agricultura no se interesa en llenar esa deficiencia continuaremos presenciando el triste espectáculo de estos días en que grupos de inmigrantes desembarcados en la estación Sud se echan a andar por esas calles, sin rumbo, confiados en que la casualidad les proporcionará la ocasión de encontrar una colocación.

Así los hemos visto con sus equipajes y sus familias recorriendo las calles sin saber dónde ubicarse, impedidos de acudir a una fonda porque sus recursos no les permitirían, vagando hasta que la proximidad de la noche y el natural deseo de descanso les obligaba a pedir hospedaje en algún corralón.

Algunos se alojaron el la quinta de las romerías, otros fueron atendidos y hasta alimentados por la filantrópica institución del Ejército de Salvación y los más se acomodaron para mientras donde la bondad de algunos vecinos se lo permitía.

Esto no debe suceder, no decimos en esta ciudad, sino que ni en el último rincón de los territorios nacionales y si el gobierno insiste en desoír tan justas quejas creemos que esta misma indiferencia les marca una iniciativa a las sociedades gremiales y centros sociales existentes entre nosotros. Son estas representación es comerciales la que deberían despertar la atención de los gobiernos hacia todos los problemas que envuelvan un beneficio para Bahía Blanca haciéndole presente las necesidades y los modos de satisfacerla.

En el caso actual, no creemos que tenga dificultad el centro Comercial o la liga de Hacendados y agricultores en dirigirse a los poderes públicos solicitando la creación en esta ciudad de una comisión y hotel de inmigrantes.

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