sábado, 27 de septiembre de 2025

Los repartos de indígenas en la década de 1880, conferencia de Pablo Arias (26-9-2025)

 


¿Cómo explicar que, a fines de 1878, se enviaran en barco desde Bahía Blanca a Buenos Aires, centenares de indígenas con el fin de ser repartidos para distintas labores? ¿Fue este hecho, acaso, una excepción? ¿O más que un dato perdido entre documentos, informes y memorias es una ventana para pensar en una historia más amplia y compleja?
Para pensar estas cuestiones, Pablo Arias nos invita a revisar el reparto de indígenas en la década de 1880. Entre la Patagonia y Buenos Aires, entre el trabajo doméstico y las labores en obrajes rurales, junto a él recorreremos uno de los procesos fundamentales para comprender el nacimiento del Estado argentino, la consolidación de la economía agroexportadora y la formación de la clase trabajadora en nuestro país.

Conferencia a cargo del Dr. Pablo Arias (Departamento de Humanidades - UNS e Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio, Universidad Nacional de Río Negro):
Viernes 26 de septiembre, 18 hs.
Saavedra 951.


Presentación a cargo de Juan Soria:

“Reparto de indígenas en la década de 1880. Algunas reconstrucciones biográficas desde una perspectiva de género”


Cuando una mañana de mediados de este año le propuse a Ana invitar a Pablo Arias a dar una charla en el Museo, estaba profundamente conmovido. Había estado leyendo Oíd el ruido de forjar cadenas. Vidas de indígenas en la Buenos Aires de 1880 (Investigaciones de la Biblioteca Nacional, 2024) para preparar unas clases, y mi sorpresa fue enorme al encontrar constantes referencias a envíos, por mar, de contingentes de indígenas desde Bahía Blanca hacia la ciudad de Buenos Aires.

En noviembre de 1878, por mencionar un documento citado en el libro, el diario porteño El Nacional señalaba que “la chusma que existe entre los indios venidos últimamente de Bahía Blanca va á ser distribuida entre varias familias de esta ciudad”. Poco después, también desde Bahía Blanca, llegaba la “gente de Namuncurá: 95 indios de lanza, 158 mujeres, 13 cautivas rescatadas con 20 hijos, 3 cautivos varones, 79 muchachos de 5 a 10 años –chinitos– y 72 de 1 a 5 años de edad”.

Menciono estos ejemplos porque me impactaron profundamente. Nunca había leído que desde nuestra ciudad se enviaran contingentes de seres humanos a Buenos Aires para ser repartidos –o “colocados”– como mano de obra en la capital y en el interior de un país que demandaba cada vez más brazos para poner en marcha el engranaje agroexportador. Que a pocas cuadras de este lugar se decidiera enviar en barco a grupos humanos enteros no fue una casualidad: nada de ello puede entenderse sin el avasallamiento sufrido por los pueblos originarios a manos de las tropas argentinas en la llamada “Conquista del Desierto”. Entre finales de 1870 y mediados de 1880, esa campaña marcó un mojón decisivo en la formación del Estado moderno y del capitalismo en nuestro país.

La lectura del libro de nuestro invitado de hoy me recordaba, una vez más, algo en lo que insistimos a diario en el Museo: la historia de Bahía Blanca no puede comprenderse si no se la vincula con la historia nacional y regional. La ciudad no es una polis aislada.

Avanzando en la lectura, el trabajo de Pablo me permitió revisar otro proceso –a mi entender, nodal–: la formación de la clase obrera en la Argentina. El libro presenta una serie de reconstrucciones biográficas que permiten pensar el surgimiento de una masa humana despojada de sus medios de producción y subsistencia, obligada a trabajar en domicilios, obrajes o talleres. Las historias que Pablo narra con enorme pericia relatan un proceso de expoliación y disciplinamiento de la mano de obra en nuestro país. Entre repartos, bautismos forzados, apropiación de niños y desmembramiento de familias, se configura también la dinámica histórica que dio origen a la clase trabajadora argentina, más allá de –y en relación con– la gran masa de migrantes europeos que llegaba en aquellos años.

Pero el libro no se detiene solo en la dominación: también cuenta historias de resistencia. Y esto resulta especialmente valioso. Sin negar las brutales condiciones bajo las cuales los indígenas fueron sometidos en nombre de la libertad de trabajo, Pablo reconstruye relatos de fugas, violencia, silencios ensordecedores y suicidios como formas de enfrentar los suplicios del lugar al que habían sido destinados: golpes, insultos, violaciones y explotación cotidiana. Mujeres, hombres y niños, arrancados de sus territorios y separados de sus familias, resistieron de múltiples maneras.

Mi intención aquí no es reseñar el libro, sino señalar un itinerario posible de lectura y su potencia para el trabajo en nuestro Museo. El minucioso trabajo de reconstrucción de cuatro biografías –cual sabueso o detective, recordando el clásico texto de Carlo Ginzburg sobre huellas e indicios– ofrece un potente ejercicio de historia desde abajo. Estas historias nos recuerdan que la memoria de los olvidados y silenciados por la “enorme prepotencia de la posteridad” es siempre política: supone luchas, resistencias, derrotas y también victorias. Implica relaciones con otros actores: Estado, Iglesia, ejército, policía, médicos, políticos, sociedades de beneficencia. Porque la historia desde abajo nunca es la historia aislada de un grupo, sino la dialéctica entre unos y otros.

A la vez, Pablo elude con un fino trabajo artesanal la tentación de construir una historia trágica que condene a los expropiados a la pasividad. Por el contrario, insiste en su agencia, en sus elecciones y en su capacidad de resistir aun en las condiciones más adversas. De este modo, recupera las vidas perdidas de hombres, mujeres y niños cuyas experiencias fueron decisivas para comprender la construcción del capitalismo en la Argentina.

Leer la historia desde abajo, como propone Pablo Arias, nos invita a desconfiar del triunfalismo del discurso del progreso, a cuestionar lo que se presenta como excepción y a reconocer la potencia ética y política de recuperar la historia de personas reales en contextos reales. Solo así es posible destruir la violencia de la abstracción que los condena, una vez más, al olvido.

CALFUCURA Y BAHIA BLANCA: GUERRA, COMERCIO Y DIPLOMACIA ENTRE VECINOS (1841-1873), a cargo de Sebastian Alioto


 CALFUCURA Y BAHIA BLANCA: GUERRA, COMERCIO Y DIPLOMACIA (1841-1873)


Calfucurá y Bahía Blanca, relaciones interétnicas y frontera, política y violencia, se encuentran geográfica y temporalmente para entablar un diálogo en el que nuestra primera historia emerge interpelándonos con preguntas cuyas respuestas nos resultan aún esquivas.
En el trabajoso camino de historiar e iluminar estas cuestiones llega por primera vez al MAHBB, Sebastián Alioto, doctor en historia, profesor de la Universidad Nacional del Sur e investigador del CONICET, especializado en historia indígena y de las fronteras de la región pampeana y norpatagónica (siglo XVI-XIX), con su charla "Calfucurá y Bahía Blanca. Guerra, comercio y diplomacia entre vecinos (1841-1873)".
El sábado 12 de julio a las 16hs en el MAHBB, Saavedra 951.




 A partir de la irrupción europea en nuestro continente, no solamente los recién llegados, también los americanos nativos se encontraron frente a mundos nuevos, en los que la presencia de gentes extranjeras supuso la necesidad de adaptarse a condiciones antes ignoradas (Merrell, 2000): un caso particularmente notorio fue el de los indígenas de la Araucanía chilena y de las pampas y norte de Patagonia. Crecientemente conectados entre sí, ellos lograron enfrentar primero la expansión imperial, y más tarde las no menos conflictivas y prolongadas vinculaciones ‒aún vigentes‒ con las repúblicas emergentes a ambos lados de los Andes, conservando su autonomía política durante más de tres siglos, con un éxito poco repetido a lo largo de la historia americana. En eso tuvo buena parte, antes que el rechazo y el aislamiento, la apropiación e incorporación creativa de un cúmulo de bienes (animales, plantas, materias primas, tecnologías, artefactos) y usos culturales provenientes del Viejo Mundo e introducidos por los invasores. En la situación de paridad militar que predominó hasta fines del siglo XIX, generando vastas y permeables fronteras regionales constituidas en espacios de fluidas interacciones, los intercambios comercial y simbólico, la diplomacia y la guerra representaron ocasiones de apropiación recíproca; generándose formas sociales y culturales en buena medida híbridas o mes tizas, aunque se mantuvieran, desde luego, las particularidades étnicas y culturales en mayor o menor medida. 




, las sociedades indígenas de la región pan-mapuche representan un caso especial, porque se transformaron profundamente a lo largo de varios siglos, conservando al mismo tiempo su soberanía. Gui llaume Boccara (1998) sostuvo que esa sorprendente supervivencia se debió a la capacidad de absorber los cambios y generar transformaciones –que vio como un caso de etnogénesis (Sturtevant, 1971)- en lo que llamó una “apertura caníbal” hacia el otro. La incorporación de rasgos culturales alógenos fue un instrumento cardinal para las adaptaciones indígenas regionales en una situación de contactos conflictivos, complejos, multipolares y prolongados con los euro peos y sus descendientes culturales. Lejos de cristalizar una cultura estática renuente a las modificaciones, las comunidades nativas supieron tomar y  usar en su provecho todos aquellos instrumentos que, aunque introducidos por sus oponentes, pudieran ayudarlos a transitar lo que sin duda recono cieron como una nueva época; mientras que a la vez buscaban conservar los rasgos básicos e irrenunciables de su propia configuración. De modo que los nativos no tuvieron grandes problemas en adoptar instrumentos de metal, armas, caballos, bienes de consumo como bebidas alcohólicas y tabaco, ropa (Tamagnini, 2020 es un estudio pionero en este sentido); pero no por ello depusieron características fundamentales de su cultura y forma organizativa, como la resistencia a vivir en ciudades, a la monetización y mercantilización total de su economía, o el abandono de la poliginia.
La historia de las Sociedades Indígenas pampeano-nordpatagónicas, montañesas y trans-cordilleranas a partir del siglo XVI en adelante se desa rrolló en el contexto de sus relaciones con las sociedades hispano-criolla y criolla, y se vincula con las profundas transformaciones que tradicional mente han sido examinadas, aunque de manera insuficiente, en el contexto del llamado proceso de “araucanización de las Pampas”. En Argentina, esta explicación antropológica e historiográfica es actualmente objeto de contro versia, en el marco de un debate más amplio que ya ha desencadenado una revisión exhaustiva del tema en todos sus aspectos.
La permanente interacción de sociedades indígenas descentralizadas con sociedades hispano-criollas y criollas estatales generó profundas trans formaciones en la vida de los nativos a todos los niveles de la organización social. Enumeremos algunas:
Apropiación de animales y ganado
Incorporación de textiles
Enfermedades 
Conflictos y armamentos
Comercio e incorporación de bienes de consumo
Viajes
Apropiación de personas

sábado, 20 de septiembre de 2025

Bahia Blanca: entre los arroyos, el puerto y las vías del ferrocarril



para pensar juntos, desde la historia, la literatura, la construcción de ciudadanía o el arte, los casi 200 años de historia de la ciudad:

* cómo fue cambiando la forma de la ciudad, y la propiedad de la tierra, desde la fundación en 1828, con la instalación de la fortaleza, hasta el puerto agroexportador, y la ciudad actual ¿De quién es, de quién ha sido la tierra?


* el proceso de conformación de la población, desde los criollos y aborígenes que llegaron con Estomba y Parchappe, hasta los inmigrantes, los de antes y los de ahora; ¿Quiénes somos los que somos?

* la conexión de Bahía Blanca con el país y el mundo, desde las rastrilladas a las vías de ferrocarril, muelles, rutas, y líneas aéreas; ¿En el confín del mundo o en el centro del mapa?

* los factores de poder económico, desde los pulperos y traficantes de ganado a los grandes propietarios de tierras, la presencia de capital extranjero, y el desarrollo del comercio y la industria local; ¿Chacra asfaltada o polo de desarrollo industrial?

* el mundo del trabajo como espacio de conflicto y negociación, y de formación de identidades; Laburo, laburo... ¿pero cómo?

*  La ciudad como un nudo en el que se articulan el poder municipal con el de la nación y la provincia. La ciudad no es una polis