Inmigrantes a la deriva en BB por ineficacia de la oficina de inmigración en Bs AS
Revista Comercial, 27 de noviembre de 1909
Inmigración
…
Es de creer que los agentes de inmigración que recorren los países
de Europa y que nos envían tan formidables avalanchas de extranjeros, no se
preocupan como es debido de explicar a los pueblos de por allá la índole
esencial de trabajadores que se necesitan en el país. Por eso sucede que la mayoría
de los que vienen a la república, si no son llamados por sus deudos y amigos,
es decir, si se encuentran a su llegada abandonados a sí mismos, se encuentran
totalmente desorientados y sin saber a qué lado volverse.
¿Cómo se concibe que Bahía Blanca, con no ser punto de
arribo directo de la inmigración europea, cuente siempre en su seno con tan
gran número de gente recién llegada de allende el mar, sin ocupación y sin
medios de existencia? En las puertas de las agencias, en los bancos de la plaza
y las bocacalles céntricas se estacionan continuamente grupos de esa clase de
gente, donde fácilmente puede reconocerse todas las nacionalidades europeas.
Vagan al azar, sin rumbo alguno, esperando que la suerte les ponga en el camino
un trabajo cualquiera que, la mayor parte de las veces, no es aquel a que ellos
se han entregado en su patria.
¿Cómo se halla toda esa gente en Bahía Blanca, cuando en
Buenos Aires existe una repartición exclusivamente encargada de la internación de
inmigrantes?¿Vienen ellos por su gusto atraídos por nuestro naciente renombre?
El hecho es que, como decimos antes, las agencias de
colocaciones rebosan de esa clase de gente. Y como hemos podido notarlo, muchos
de los que asechan esas agencias, se rehúsan a conchabarse para trabajar
afuera, ignoramos por qué motivos, sucede lo siguiente: que un buen día, el
poco dinero que han traído consigo se termina porque no es elástico y la vida es
cara; y entonces empiezan peregrinaciones de otra índole: a la municipalidad en
busca de ayuda; a las sociedades de beneficencia en busca de comida, a los
particulares de puerta en puerta, en demanda de trabajo o de limosna. ¿Es este
el ideal que obliga a esas gentes a dejar su país para venir al nuestro?
Por eso es imprescindible, si hemos de seguir registrando
cifras de inmigración cada vez más elevadas, ir tomando medida para que ella se
encauce dentro de unos ciertos límites y no venga como hasta ahora confiada en
que aquí encontrará trabajo y mesa puesta en cuanto pise tierra argentina. Una
buena parte de la inmigración – sin hablar de las mujeres y los niños – se compone
de gente sin oficio conocido y sin capacidad determinada para algún trabajo: no
pueden ser clasificados entre la clase de los atorrantes, pero están destinados
a formar en sus filas en un plazo relativamente corto, si la casualidad de que
hablamos antes no se presenta misericordiosamente a salvarles.
Mientras no se entregue tierra a los agricultores van a llegar inmigrantes no calificados
Revista Comercial, 4 de diciembre de 1909
… la repugnancia que muestra la mayor parte de los inmigrantes a internarse en el país prefiriendo quedarse en los grandes centros a la espera de una suerte incierta. Y esto es absolutamente verídico.
Existe en Bahía Blanca, o existió en tiempos, una oficina de inmigración dependiente de la central de Buenos Aires, pero no creemos que sea grande el número de inmigrantes que se hayan dirigido a ella en busca de medios para internarse en los territorios. Sin duda, porque ignoran su existencia Y si esto es así, lo que no puede hacer la oficina de inmigración de la capital con todos los poderosos medios de que dispone, mal lo podrá hacer una sucursal, por bien que se pretenda montarla.
El defecto de la coraza está en el modo con que se recluta actualmente la inmigración en los países europeos. Se hace por allá mucha réclame pero sin preocuparse de hacerla efectiva, de enterar a los deseosos de venir a nuestro país de los recursos y facilidades que él puede poner a su disposición. Y mientras esto no se remedie, mientras el tropel de inmigrantes llegue a nuestras costas tan ignorante como hasta el presente, serán inútiles todas las gestiones para internarlos y las ciudades seguirán recibiendo conglomeraciones humanas con perjuicio de los campos que las están reclamando inútilmente.
Algo de culpa y no poca, incumbe en esto a nuestro servicio consular, que debería ser u medio poderosísimo para encauzar la inmigración en modo más conveniente para nuestros propios intereses.
Cierto que tampoco adelantaríamos gran cosa con que la casi totalidad de los inmigrantes fuesen brazos útiles para la labor del campo si no tenemos campos disponibles para entregárselos en cuanto desembarcan. Es verdaderamente inexplicable la apatía que en este sentido muestra el gobierno nacional, que mientras por un lado se despoja de riquísimas parcelas de terreno para regalarlas a los bienquistos o a los aventureros, no destina siquiera una mínima porción de sus territorios a los agricultores de ultramar que no desearían otra cosa que terreno para roturar, en condiciones mejores que las que pueden encontrar actualmente.
Pero no es llegado el caso ni mucho menos de que la gran mayoría de la inmigración venga con ganas de dar a la tierra argentina el esfuerzo de sus brazos. Lejos de eso. Amparada con la facilidad con que se entra en nuestro país, está llegando una falange tenebrosa de individuos parias de otras naciones, temible resaca de la maldad o la desgracia humana que viene acá huyendo de la justicia de su propia nación. Y es ya llegada la hora de que se depure un poco nuestra inmigración para que cesen los sucesos lamentables que se vienen reproduciendo con frecuencia de un tiempo a esta parte
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