martes, 1 de julio de 2025

(in)migrantes: peones, albañiles y constructores. Luis Sansoni

 

Archivo del Circulo Trentino de Bahía Blanca, colección Ferrari


Esto cuenta Luis Sansoni, en sus memorias: 

"A fines de este año [1923] empecé a hacerme la idea de emigrar; de Norte América mi hermano me escribía glorias, pero para mí no era posible ir allá, los pasos estaban vedados, lo único se podría emigrar era en la Argentina o México; elegí a la Argentina por su clima templado y fue así que en enero de 1924 empecé los trámites del pasaporte.  Mientras tanto se concretaba el viaje, trabajaba con un constructor del pueblo en reparación y reconstrucción de casas que se habían quemado; en ese tiempo tuve varios ofrecimientos de construcción de casas o reparación, no los acepté porque ya tenía el plan para emigrar. En un principio tenía la oposición de mis padres, me decían que tenía un buen porvenir en mi pueblo; después de un tiempo, al ver mi decisión se resignaron y al correr la voz que me iba en la Argentina se reunieron varios paisanos que querían ellos también viajar, formamos un grupo de cinco, dos jóvenes de mi edad, Sabino Segalla, hijo del constructor en que yo trabajaba, Silvio Pasi, mi primo Camilo Ferrari de 28 años, y mi cuñado esposo de mi hermana Barberina 33 años, todos juntos. Y llegó el día del embarque en Génova, un 24 de junio de 1924, en el vapor Garibaldi.

El 22 de julio llegamos a Buenos Aires, el viaje fue muy lindo, buen tiempo, estuvimos parados dos días en alta mar por descompostura de máquinas, después supe que fue el último viaje que hizo este vapor, lo retiraron por viejo.

En Buenos Aires paramos en el Hotel de Inmigrantes en Dársena Norte, donde llegaban los empleadores en busca de obreros; yo intenté ubicarme en la capital: el trabajo que me asignaron era una demolición de la tienda Londres, calle Pellegrini esquina Corriente y a continuación se edificaba el gran edificio que aún existe, Trust Joyero y Relojero; para vivir o tener una habitación había que andar por el barrio de Liniers, tomar un tranvía y salir por no llegar tarde, mas de una hora. Ya esto no me gustó, esto representaba en tren ida y vuelta mas de tres horas de viaje y al mediodía almorzar en algún boliche; ya esta pérdida de tiempo no estaba en mis planes. Esa misma tarde, en el Hotel de Inmigrantes la Oficina de Colocaciones había pedido de albañiles para Córdoba y Bahía Blanca, y tenía un carta de recomendación para los frailes de calle Moreno, esa carta me la dieron los frailes antes de salir, me presenté y les manifesté que tenía dos ofrecimientos para trabajar, uno en Córdoba y otro en Bahía Blanca. Me contestaron que tanto Córdoba como Bahía Blanca eran buenas plazas pero me recomendaban Bahía Blanca por su clima y punto estratégico por ser puerto de mar, Córdoba un clima demasiado cálido para nosotros trentinos, nunca me arrepentí de este consejo.

Al día siguiente cuando fui a la Oficina de Colocaciones del Hotel y manifesté mi decisión de ir a Bahía Blanca, encontré un constructor de esa ciudad, que se llamaba Sara que buscaba albañiles nos pusimos de acuerdo en la misma tarde casi de noche tomamos el tren y viajamos todos juntos, o sea los cinco que salimos del pueblo nuestro de Poia rumbo a Bahía Blanca.

Jamás sufrí tanto frío como ese viaje de noche en tren. Salimos de Italia en pleno verano y llegamos a Buenos Aires en pleno invierno, la ropa que tenía era de verano nada más, recuerdo que nunca sufrí tanto frío ni cuando en pleno invierno y en plena montaña me agarraba esa terrible ventisca de los Alpes. El constructor Sara nos llevó a un Hotel, casi a la hora del medio día yo no pude comer porque me batía continuamente la mandíbula, el dueño del hotel señor Torquatti me llevó a la cama, me dio a tomar algo muy fuerte, me cubrió bien y recién a las cinco de la tarde me tranquilicé y pude comer, ya había pasado el temblor, pase un tremendo susto creía de morirme. El Hotel que paramos a nuestra llegada a Bahía Blanca se llamaba Roma, estaba ubicado frente a la Plaza Rivadavia, al lado de la Catedral.

El señor Sara traía obreros de Buenos Aires y de inmigración, para varios constructores, ya mí me mandaron con un señor constructor, se llamaba José Crocitto, los otros cuatro, a saber, mi cuñado, mi primo, Sabino Segalla y Silverio Pasi. Como eran peones, los llevaron a excavar zanjas para cloacas, en aquella época se construía la red principal de obras sanitarias, el único albañil del grupo era yo.

Empecé a trabajar en una fábrica de caramelos, se hacía una ampliación y modificación, me ha tocado trabajar junto con el hijo del constructor, se llamaba Jeremía, nuestro trabajo era colocación de mosaico y azulejo; después de unos tres meses o cuatro estaba terminado el trabajo, el constructor me dice que no me ocupase yo en buscar trabajo porque él me mandaría a un nuevo constructor muy bueno.

Así pasó, empecé a trabajar con el nuevo empresario que se llamaba Pedro Cabré una de las mejores firmas de la plaza, pero no tuve suerte me tocó trabajar bajo un capataz que no le había caído en simpatía y buscaba hacerme caer mala frente al señor Cabré, no me dejaba terminar ningún trabajo, en la oportunidad que me mandó a colocar un marco de ventana que daba sobre la calle le pregunté a qué altura se debía colocar y gritándome me dice “Usted es el gran recomendado y sabe a qué altura corresponde”, le contesté que yo no era el arquitecto y me di cuenta que él tenía temor que lo iba a reemplazar, la tarde después del trabajo me encontré con un amigo también albañil, que había una buena oportunidad de ir a trabajar en un pueblo cercano había un constructor que buscaba gente, nos pusimos de acuerdo de ir, el empresario nos acompañaba en el viaje. A la mañana siguiente me presenté en la oficina del señor Cabré, le manifesté que no trabajaba más porque no andaba de acuerdo con el capataz, le expliqué mas o menos lo que pasaba; me explicó que eso pasa ya con otros albañiles, me quería mandar en otra obra pero no podía aceptar por el compromiso de ir al campo y más que me gustaba conocer, al pagarme me dio diez pesos más, le hice presente eso, manifestó que me lo regalaba para que me acordase de él cuando volvía a la ciudad.

Sansoni, Luis Ensayo de mi memoria, 1979




De regreso en Bahía Blanca, el arquitecto Cabré le encarga la reparación y ampliación del chalet, y construcción de una capilla en una estancia perteneciente a Torquato de Alvear (hermano de quien ese momento era presidente de la nación), ubicada La Pampa, estación Hucal. Regresa a Bahìa y con 
con Cabré, termina la casa Lanusse, perteneciente a uno de los dueños de la inmobiliaria Lanusse y Olaciregui y trabaja en la colocación de azulejos y tejas en la azoteas del Hospital Policlínico de Bahía Blanca.

Mientras estuve en Bahía Blanca compré un lote a mensualidad en calle Misiones, entre Saavedra y Berutti, 12 pesos por mes durante 60 mensualidades, por eso cuando se terminó el trabajo del policlínico y ya contaba con el dinero suficiente, empecé la construcción de mi casa yo le dediqué el tiempo completo,... y para eso ocupé albañiles y peones. La casa total tenía 85 m2, dos habitaciones, baño, cocina, un pequeño comedor diario y un vestíbulo.

Mientras trabaja en la casa de mi primo conocí a una familia de vascos que me ofrecieron pensión completa, me gustó la casa, la familia y me dieron una habitación; yo no era un pensionista sino uno más de la familia, con esta familia me encontraba muy muy cómodo. El dueño se llamaba Juan Aure y era repartidor de la firma “Café Aguila”, la señora se llamaba Ignacia, este matrimonio tenía dos hijas Juana la mayor de unos 18 años y la menor de sobrenombre Tita, de 13 años, su nombre Ignacia.

Terminada mi casa, la alquilé en 60 pesos; por la pensión completa, incluido el lavado de ropa pagaba 55 pesos por mes, ya me sentía un bacán, todo lo que ganaba en el trabajo era ganancia

De acuerdo con mi primo Camilo nos propusimos conseguir obras para construir por nuestra cuenta y trabajar en sociedad, por eso fuimos a ver a un arquitecto, Manfrin, ... , así pasó que conseguimos la primer obra, después una reparación y ampliación, otra obra. Conseguir estos trabajos era muy duro debido a la gran competencia que había en la rama de la construcción.

La familia Aure donde estaba de pensionista se visitaban y eran amigos de una familia italiana Mattioni, y así supe que esperaban la llegada de una sobrina que venía de Italia. Las novias que tuve hasta entonces les hallaba siempre algún defecto  no me gustaba así que las que tenía era únicamente por pasatiempo; ya me estaba cruzando por la mente la idea de hacer un viaje a mi pueblo en Italia a buscar una novia entre las muchachas que conocía y casarme y traerla a la Argentina, pero eso no sucedió; pocos días después del 25 de mayo de 1928 llegó una tarde de visita a la familia Aure doña Josefa con su sobrina y yo estaba en casa, llevó a la sobrina. Me la presentaron y la tía me dice: “Vos que sos italiano conversá con mi sobrina Iole.” Nos pusimos un poco retirados de ellos y comenzamos a charlar en italiano, charlamos del viaje en barco, si le gustaba lo que había visto de la Argentina, y de sus familiares en Italia etc etc. se fueron de vuelta a su casa, se despidieron muy contentos Yo me quedé pensando, me había impactado muy bien, me quedé con el deseo de volver a verla cuanto antes. Así, no perdí oportunidad, la mayor cantidades posible, cada vez con mayor interés ya frecuentaba la casa, ya estaba enamorado, la veía linda y muy hacendosa, con un carácter muy alegre y muy buena, tenía todas las cualidades de una buena esposa y ama de casa; la veía en la casa cocinar, lavar, planchar y todos los quehaceres con una tranquilidad y seguridad que mejor no se podía pedir.

Ya empezaba a venir otros posibles candidatos, amigos del futuro cuñado, asi que en vista de esto apuré a declararme le pedí la mano y si quería ser mi novia y con la firme voluntad de hacerla esposa cuando antes, me contestó que pediría consejo a su tío, que al día siguiente me contestaría al visitarla. Al día siguiente me contestó que sí estaban de acuerdo y que ella también me quería mucho. 

Empezamos el noviazgo mas o menos un mes después de habernos conocido. Su tío me puso condiciones: marchar derecho y verla únicamente los jueves, sábados y domingos con el andar del tiempo ya quería que los domingos almorzara con ellos. Se comía espléndidamente, tallarines, pollo asado, cordero asado. Los domingos íbamos al cine, siempre acompañados de la tía Josefa, era italiana de la ciudad de Génova.

Nos casamos el 28 de octubre de 1928 y así empezamos nuestra vida en común.

(Más datos sobre Sansoni, en el blog Trentinos en Bahía Blanca)

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