miércoles, 20 de marzo de 2024
1913 Nuestro hotel de inmigrantes (Hoja del Pueblo, 26 de febrero de 1913)
1913 "La catrera cosmopolita" (El Hotel de Inmigrantes en la revista Fray Mocho)
En su edición del 24 de enero de 1913, la revista Fray Mocho, que se publicaba en Buenos Aires, presenta un artículo "Fray Mocho en Bahía Blanca. Tipos del Hotel de Inmigrantes", en el que supuestamente el periodista, acompañado por Antonio Infante, conversa con un personaje que desde hace un cierto tiempo reside en el Hotel, ya que no consigue trabajo.
1890 septiembre: una carrera de caballos frente al (aun no inaugurado) hotel de inmigrantes
La Tribuna, 24 de septiembre de 1890
"Se verifico ayer, como a la una de la tarde, frente al nuevo hotel de inmigrantes una carrera hípica con los caballos, un picazo del Sr. Pedro Alonso y un tordillo de Lundin en la distancia de dos cuadras ochenta varas ganando el picazo. La apuesta de cada parte fue de cincuenta pesos además de un almuerzo por valor de 50 pesos también."
1890 marzo: recorrido por el edificio del Hotel de Inmigrantes en construcción
La plaza de frutos en la quinta 245 (1880-1908)
Entre 1880 y el surgimiento del mercado Victoria, funciono en la quinta 245 la primera "plaza de frutos", frente al hotel de inmigrantes.
La primera plaza de frutos ha sido la Rivadavia, a donde llegaban las carretas con lanas y cueros y las tropas de hacienda para el consumo. Creciendo la población y suprimidas las amenazas de los indios, esos rubros se separaron: la plaza de frutos fue llevada a los terrenos baldíos situados frente al hotel de inmigrantes de la calle Saavedra, quinta 245, y los corrales de hacienda a las chacras municipales del otro lado del arroyo, donde ahora funciona el Tiro Federal. La plaza de frutos desapareció al levantarse el Mercado Victoria
(LNP, 1-1-1921, p. 23)
domingo, 17 de marzo de 2024
El surgimiento del Museo Histórico en 1951 sobre la base de la colección de Antonio Crespi Valls (1951)
El surgimiento del Museo Histórico como iniciativa de Antonio Crespi Valls, coleccionista
estudiado por Maria Alejandra Pupio en este artículo:
(aquí algunos parrafos para tenerlos a mano)
Antonio Crespi Valls Nació en Palmas de Mallorca el 16 de enero de 1892. Casado con Elisa Dominga Anselmi el 3 de febrero de 1930, sin hijos. Argentino nacionalizado. Murió el 4 de febrero de 1959. Realizó sus estudios en Argentina, completando la escuela secundaria. Periodista. Escribió en periódicos locales hasta que accedió a la Dirección del Museo Histórico el 16 de enero de 1951 hasta su muerte.
Durante los gobiernos peronistas de Domingo Mercante (1946-1951) y Carlos Vicente Aloe (1951-1955) se promovió la creación de museos y una política centralizada en su manejo, ya que se los consideraba como instituciones pedagógicas cuyas acciones, al igual que la educación, debían ser minuciosamente planificadas en el contexto de una política cultural del estado.
Primer ‘Reglamento General para los museos históricos provinciales’en 1953. Centralizacion e institucionalización.
a partir de 1950, los coleccionistas eligieron distintas estrategias para hacer públicas sus colecciones, siempre cuidando sostener su liderazgo en esa decisión.
El museo de Bahía Blanca fue creado como Museo y Archivo Histórico Municipal en 1943 dentro de la estructura administrativa municipal. Esta institución, que surgió con las secciones de arqueología, historia, etnografía, antropología y cartografía, abrió al público el 29 de octubre de 1951 como Museo Histórico y en 1955 pasó a denominarse Museo Histórico y de Ciencias Naturales debido a la relevancia que cobraron las colecciones paleontológica, mineralógica, botánica y zoológica (Arecco, 1955). Antonio Crespi Valls fue nombrado conservador de la institución creada en 1943 y luego director en 1951, cargo que ocupó hasta su muerte el 4 de febrero de 1959. Tanto en el caso de la creación como de la apertura al público, se manifestaba la necesidad de contar con una institución de estas características como política de estado municipal. Tal como señaló Antonio Crespi Valls en el discurso inaugural del Museo, estas instituciones debían ser protegidas por la comunidad en su conjunto: Toca a todos nosotros engrandecerlos y cuidarlos. Nadie puede desentenderse de hacerlo por despreocupación o por ignorancia. La historia atañe por igual a quienes ya fueron y a los que ahora somos. Aquel que niega la historia se niega a sí mismo. Nosotros no somos más que los continuadores del ayer, que estamos trabajando hoy, esperando que el mañana nos convierta, también en Historia (Boletín Municipal, 1951, p. 12.084)
tegrados por colecciones arqueológicas, faunísticas, florísticas, mineralógicas y objetos históricos (entre ellos documentos, fotografías y vestimentas), estos últimos pertenecientes a los primeros pobladores de la localidad. Este conjunto de objetos, aunque parece representar una miscelánea desordenada, muestra, por el contrario, una visión organizada del mundo físico y social externo. Como toda colección de museo, las aquí analizadas han sido recolectadas con algúngrado de intención, lo que transformó parte del mundo natural y social en un objeto y una pieza de museo. El concepto que integraba esta diversidad era lo regional, el territorio era la unidad que se encerraba en el museo, y todo lo tradicional que integraba ese territorio tenía lugar en esos edificios. Las colecciones reunidas tenían como objetivo ser la representación totalizadora de la región, exhibidas de acuerdo a un tipo de narrativa visual expresada en secuencias de objetos que mostraban esta cosmovisión. De acuerdo a esto, los materiales a través su puesta en escena enseñaban la historia local, legitimando tanto un sistema de creencias como de prácticas profesionales – las de los coleccionistas. Las colecciones históricas y arqueológicas, aunque relataban el pasado regional, poseían características distintivas que las colocaban.en una esfera distinta de obtención y posesión.
Las primeras pertenecían al dominio estrictamente local y representaban lo típico que cada museo poseía, cada objeto histórico remitía a un propietario, había pertenecido a algún ciudadano ‘destacado’ de la ciudad, y una vez ingresado al museo seguía manteniendo su relación de pertenencia: la biblioteca del primer médico, el instrumental de la primera partera. Eran en este sentido objetos únicos e irrepetibles y aunque ingresaran al museo en propiedad, la actitud que tomaba la institución era de custodia. Por otro lado, no eran objeto de intercambio y/u obsequio.
En cambio, las colecciones arqueológicas pertenecían a una escala más amplia territorialmente que los límites de la ciudad y daban cuenta de un pasado regional cuyo sujeto histórico estaba caracterizado genéricamente como ‘grupos indígenas de la región’, sin considerar la dimensión temporal e histórica que este material representaba. Estos objetos sin ‘dueños’ pasaron a ser ‘propiedad’ del coleccionista, y en un gesto extremo de dominio sobre el conjunto de los objetos, Crespi Valls colocaba su sello (COLECCIÓN ANTONIO CRESPI VALLS) a todos los objetos recolectados por él, convirtiéndose en su dueño. Estas diferencias producían estrategias diferentes de obtención. Mientras los objetos históricos eran adquiridos mediante cesión de su propietario anterior, los arqueológicos eran poseídos a través de distintas estrategias.
Las colecciones arqueológicas fundamentalmente tenían su origen en la recolección de campo. Los objetos repetidos, siempre presentes en las colecciones arqueológicas, permitieron dos nuevas estrategias de obtención una vez convertidas en piezas de museo: el obsequio y/o intercambio personal e institucional.
otro mecanismo para ingreso de piezas al museo: la donación de particulares que incluía una lista de objetos de diversa naturaleza con el objetivo de ser exhibido.
Para que el sistema de donaciones funcionara permanentemente, Crespi Valls generó una red de donantes a través de la Comisión Honoraria “Amigos del Museo” del Museo Histórico. El sistema de donaciones ya estaba previsto en la ordenanza de creación del museo (6 de abril de 1943) que establecía un sistema de compensación a los donantes que prestaban colaboración. El Poder Ejecutivo les entregaría los siguientes diplomas: Miembros correspondientes, a los estudiosos residentes en el país o en el extranjero que se destacaran mediante publicaciones, estudios especiales o hubieran colaborado en la selección y ordenación de piezas y documentos de pertenencia del instituto; Miembros Honorarios, a los donantes de colecciones completas y de mucha importancia; Miembros Colaboradores, a los donantes de piezas y documentos sueltos (Municipalidad de Bahía Blanca, 1943). Cuando el museo abrió sus puertas, este sistema fue simplificado y así la Comisión de Amigos quedó integrada por Miembros de Número, residentes en la ciudad, y Miembros Corresponsales para los colaboradores radicados fuera de la ciudad. Isaac Schatzky fue designado, en 1951, Miembro Corresponsal del Museo por el Intendente Municipal Ing. Norberto Arecco, lo cual servía para ser presentado para facilitar las investigaciones arqueológicas.
Las colecciones arqueológicas, junto con las de ciencias naturales e históricas, tuvieron su origen en el ámbito estrictamente privado, recolectadas por coleccionistas/autodidactas, quienes utilizaban su tiempo libre y subsidiaban la tarea con otros empleos. En todos los casos, los coleccionistas manifestaron la necesidad de ceder sus colecciones para crear museos – tanto de propiedad privada como estatal – para poner en escena para la comunidad de origen un conjunto de bienes que daban cuenta del pasado geológico, arqueológico e histórico de la localidad. Al mismo tiempo que las colecciones se hacían públicas, los coleccionistas se convirtieron en sus responsables en el rol de directores de las nuevas instituciones como muestra del prestigio que les confería la colección, en prueba de su curiosidad, empeño y generosidad, ya que eran portadores de un conocimiento poco habitual, pero que servía al bien común
1971 La sala Armada Argentina en el Museo Histórico de Bahía Blanca
1971 La Nueva Provincia. Noviembre
Inaugurase una Sala Naval en el Museo Histórico Municipal
Se iniciaran hoy los actos previstos
para conmemorar el 75 aniversario de la creación de la Base Naval y el
cincuentenario del Arsenal Naval Puerto Belgrano. En la fecha, a las 18, se
procederá a la inauguración de la sala “Armada Argentina” en el Museo Histórico
y de Ciencias Naturales de Bahía Blanca.
En forma permanente se expondrán en dicha sala distintos
objetos de Puerto Belgrano, Baterías, Aviación Naval y de la Flota de Mar. En
oportunidad de la habilitación mencionada se cumplirá una ceremonia a la que
concurrirán autoridades, oportunidad en que pronunciará un discurso el director
del Museo Naval de la Nación capitán de fragata Enrique González Lonzieme.
A continuación, se detallan los elementos que estarán expuestos
desde hoy en el Museo:
Bitácora antigua: perteneciente a la Bermejo, nave en
la cual se hicieron los relevamientos de la bahía en el año 1881, por la
comisión presidida por el sargento mayor Enrique Howard e integrada por los
guardiamarinas Manuel Domeq García y Félix Dufourq.
Cofre con Pabellón: donados por la provincia de Jujuy
al Destroyer del mismo nombre en e año 1912. El pabellón es el de combate y el
cofre, un verdadero alarde de la artesanía fue confeccionado por un ebanista
jujeño.
Campana de bronce: perteneció al acorazado “Moreno” y
tiene aproximadamente sesenta centímetros de diámetro y sesenta centímetros de
alto.
Vitrina con objetos: se exhiben la espada del
sargento mayor Enrique Howard, con su nombre grabado en la hoja y cinturón; el
sombrero bicornio del capitán Dufourq, sus hombreras en hilo de oro con charreteras
y un libro con las anotaciones del marino durante su viaje desde Europa a bordo
del transporte “Patagonia” (1886-1887). Un uniforme de marinero usado en la
primera conscripción de la Armada Argentina en 1890 por el señor Guillermo
Jacob quien hizo el servicio a bordo de los cruceros “San Martín” y “Garibaldi”.
Rueda de cabillas: perteneció al destructor “Buenos
Aires” buque tipo de las ocho unidades adquiridas en Inglaterra durante el
ministerio del contraalmirante Eleazar Videla, precursor de la Armada moderna.
Escudo de bronce: se trata del escudo de popa del
destructor “San Luis”, unidad del tipo “Buenos Aires”
Dos sables de abordaje: utilizados en la Armada durante
la época de la independencia.
Fusil Remington: empleado por tropas de la Armada durante
la Campaña del Desierto.
Proyectil seccionado: calibre 254 utilizado en las
cañoneras “Paraná” e “Independencia”
Proyectil K 240 “C”: correspondiente a los cañones de
las baterías costeras.
Fragmentos de madera: pertenecientes a la corbeta
imperial “Itaparica” capturada en el combate del 7 de marzo de 1827 en Carmen de
Patagones. Fue hundida durante el combate y se la rebautizó con el nombre de “Ituzaingó”.
Fondeó en el rio Negro sirviendo algunos años de pontón frente a Patagones. Por
orden de Juan Manuel de Rosas los dos palos de esa embarcación fueron enviados
a Bahía Blanca a bordo del bergantín “Argentino” para que sirvieran de balizas en
precaución de los buques que entraran al puerto local. Fueron utilizados en dos
de los siguientes cuatro puntos no determinados: Monte Hermoso, Mancha Negra,
Toro Grande y Toro Chico. Los restos de la embarcación fueron rescatados del
lecho del Río Negro en 1867 y se encontraban depositados en la Prefectura de
Patagones.
Escultura en Mármol: cabeza del comandante Luis
Piedrabuena, colocada sobre una base de madera procedente del mobiliario de uno
de los viejos acorazados.
Modelo del submarino “Salta” construido en madera
Fotocopias de relevamientos una es de Fitz Roy,
efectuado en 1832, en oportunidad de llegar a estas costas con la “Beagle” y la
“Adventure”, llevando en su viaje alrededor del mundo al naturalista Carlos Darwin.
Se trata del primer relevamiento conocido de la zona. También se expondrá uno
del capitán Dufourq, del año 1899.
Escudo: pertenece a Puerto Belgrano, construido en
bronce sobre base de madera.
Muestrario de la tierra de la perforación de pozos de
agua, similar al que se encuentra en el Museo de la Base Naval.
Cuatro faroles: dos son de situación (uno de babor y
otro de estribor) y dos cuyo origen se desconoce y que se encontraban en la
base desde hace más de veinticinco años.
Fotografías de la primera tripulación del buque “Rivadavia”
tomada en los Estados Unidos de America en 1914 y secuencias de los orígenes de
Puerto Belgrano con las primeras obras. Ogras mostrando [ilegible] relacionadas
con la aviación naval.
1967 EL "FORTIN CUATREROS" AL MUSEO HISTÓRICO
Pero ya sabemos que ese "fortin" es un fake, tal como han demostrado PUPIO y PERRIERE, en su libro Estancias, fortines y malones, EDIUNS, 2013 en las páginas 24 a 46.
1968 Una reseña sobre el Museo Historico y de Ciencias Naturales en la revista Campo y sierras
"Al celebrar Bahía Blanca el 11 de abro de 1928 su primer centenario, ya que la Fortaleza Protectora Argentina que le diera origen fue fundada por el coronel Ramón Estomba el 11 de abril de 1828, se echó a ver que la ciudad carecía de un museo histórico que guardara documentos, fotografías, mapas, actas, objetos etc. capaces de ilustrar sobre el rápido y magnífico desarrollo de una aldea en una ciudad marítima, orgullo de la República. Se hicieron algunos intentos para salvar algún caudal ilustrativo en vías de extinción y se notó que dicho material había desaparecido para siempre. A pesar de ello el 3 de junio de 1933 se promulgó una ordenanza disponiendo la creación del "Archivo Histórico" de Bahía Blanca que jamás logró plasmar en la realidad. Tampoco pudo concretarse otro movimiento surgido diez años más tarde.
Al fin por ordenanza numero 295 del 31 de agosto de 1950, al ser creado el cardo de Director, fue designado el 16 de enero de 1951 el señor Antonio Crespi Valls con amplias facultades para instalar el museo en el subsuelo del Teatro Municipal. El material de que disponía era por demás insuficiente para despertar el interés del público. Para demostrar lo que podía llegar a ser el museo y estimular la entrega de objetos y piezas históricas de mayor o menor interés localista y patagónico, el señor Crespi Valls exhibió en carácter de custodia permanente sus nutridas colecciones históricas formadas a través de cuarenta años de continua búsqueda.
El museo abrió al público el 29 de octubre de 1951. Ante el éxito cultural la Dirección resolvió agregarle el de Ciencias Naturales, inaugurando una nueva sala el 11 de abril de 1955. El 9 de julio de 1962 se abrió oficialmente una gran sala ubicado debajo de la platea del Teatro Municipal completando hasta el momento todo el espacio disponible.
Con respecto al valioso material concentrado en sus salas de exposición diremos que el Museo dispone de una sala de armas recientemente inaugurada, presidida por la reproducción del famoso cuadro de Blanes sobre la llegada del general Julio A Roca al Río Negro y donada por el general Osiris Guillermo Villegas; el primer aparato de rayos X que tuvo el Hospital Municipal; la biblioteca del Dr. Sixto Laspiur famoso médico bahiense; la espada del general Daniel Cerri; el retrato apócrifo del coronel Ramón Estomba; innumerables fotografías de los primitivos pobladores, mapas, planos, edificaciones antiguas. Dentro de la enorme variedad del material exhibido se encuentra una destacada colección de animales embalsamados cedidos en custodia por el actual director Sr. Félix Fortunato Fieg y que aumenta progresivamente.
El material indígena integrado por flechas, objetos, armas, prestigia en cuidadosas vitrinas el pasado telúrico de la región. Las ciencias naturales tienen un lugar destacado en sus salas: mineralogía, geología, antropología, biología, botánica tienen innumerables ejemplares para estudiosos y visitantes que pueden disfrutar de claras explicaciones en sus tarjetas.
Una nutrida y especializada biblioteca en historia y ciencias naturales engrosada en su mayoría por donaciones permite el asesoramiento de investigadores y técnicos en sus diversas ramas principalmente en lo referente a la bibliografía regional. Como una contribución al pasado Bahiense el Museo ha editado tres publicaciones tituladas "El coronel Ramón Estomba fundador de Bahía Blanca", la Legión Agrícola Militar en su primer centenario" y "La invasión del 19 de mayo de 1859".
Por último la valiosa documentación histórica sobre el pasado bahiense especialmente concentrada sobre hallazgos en viejos archivos municipales y donaciones particulares que es permanentemente consultada por los especialistas en la materia. Digamos que los locales del museo son insuficientes para poder exhibir todos los objetos y materiales que dispone, creyendo que en un futuro cercano se podrá contar con un edificio apropiado para los elevados fines culturales de esa prestigiosa institución, orgullo de Bahía Blanca."
1967 EL "FORTIN CUATREROS" AL MUSEO HISTORICO
1967: los cañones donados por el V cuerpo (y la sala de armas)
"Donación del Comando del V Cuerpo al Museo
La inauguración del Museo Histórico en octubre de 1951, en el subsuelo del Teatro Municipal
¿Por qué pensar el Museo del Museo? Porque el Museo Histórico de Bahía Blanca tiene una historia.
"Concretando una plausible iniciativa... quedó inaugurado en los últimos días de octubre el Museo Histórico Municipal de Bahía Blanca y su anexo de Ciencias Naturales, habilitado tras ingentes trabajos en el subsuelo del Teatro Municipal 17 de octubre. El acto inaugural contó con la asistencia de numerosas personas de nuestro medio entre las que se hallaban el intendente municipal, ingeniero Norbero Arecco, el subsecretario de Cultura, señor Arnaldo Collina Zuntini, otras autoridades, periodistas, artistas y publico general.
Dando por iniciada la existencia del Museo pronunció un breve discurso el ingeniero Arecco señalando la significación de esta iniciativa. ... A continuación usó de la palabra el señor Antonio Crespi Valls, director del museo, quien con acertadas palabras señaló el comienzo de una labor de recopilación y documentación que sería el principio de un futuro museo histórico, estructurado sobre bases ya permanentes...."
Bueno, en esto estamos nosotros.

1943 mayo Crespi Valls sobre el proyecto del museo
1943 mayo 10: Crespi Valls escribe sobre la cuestión de las donaciones, el terminus a quo (es decir, el punto de partida de la historia que abarca)
y el carácter pampeano-patagónico del museo y archivo.
martes, 5 de marzo de 2024
sábado, 2 de marzo de 2024
Algunas notas sobre el Mercado Municipal
El sitio
En
la manzana donde se encuentra el actual Mercado Municipal, ubicado entre las
calles Donado, O´Higgins, Arribeños y Olivieri,
funcionó entre 1842 y 1862 el cementerio local, antes de su traslado a
la actual plaza Pellegrini primero, y a la loma donde funciona en la
actualidad, después.
Ese
terreno, nomenclado como manzana Nº 8, tuvo varios propietarios, entre ellos
Ataliva Roca, hermano del presidente Julio A. Roca.
Hasta
la construcción del mercado, la población se abastecía gracias a los vendedores
ambulantes y a negocios de menor cuantía.
PRIMEROS
PROYECTOS
En
el año 1883 Agustín Marsans declaró: “el pueblo de Bahía Blanca, llamado a
ser una de las más importantes ciudades de la provincia de Buenos Aires, carece
por completo de un centro de abasto para consumo de la población.
Por
ese motivo, Marsans solicitó permiso para instalar un mercado de abasto y plaza
de frutos del país, con exclusividad por 20 años, con sucursales en el puerto y
otros lugares no especificados. Vencido ese plazo, el mercado pasaría a poder
de la Municipalidad. Sin embargo, esta solicitud fue desestimada, en favor de
la presentada por Gerónimo Torres.
Uno
de los grandes negocios a que dio lugar la administración comunal de los años
1880 y siguientes fue la concesión del mercado hecha a Gerónimo Torres (…) el
26 de octubre de 1883 en condiciones excepcionales. La municipalidad, bajo la
presidencia de Botet, le vendía la manzana 8 y otra frente a la estación del
Sud por $ 206 y 16 respectivamente para destinarlas a mercado central y
sucursal que levantaría “cuando le pareciese bueno”, sin especificar tarifas
que él fijaría a su gusto, y con concesión exclusiva por 25 años a partir del
día en que el mercado se inaugurase. Pasado ese plazo era obligatoria para la
municipalidad la adquisición de los edificios, por su precio de tasación más un
20% como indemnización a la empresa. Torres no benefició mayormente de su
concesión que paso pronto a manos de Ataliva Roca el cual pidió se le
ratificara. Pero la municipalidad, vuelta al sentido común, se negó a ello y
pretendió hacer anular el convenio ante la Suprema Corte.
En
1885, los señores Sicardi, Viejobueno y Cia habían querido levantar un mercado
de 30 x 50 metros en el cual hubiese 47 puestos. Y en el mismo sentido, en la sesión del 22 de
diciembre de 1885, en el libro de actas del Honorable Concejo Deliberante consta
que: “Se aprobó el dictamen de la comisión compuesta por los señores Reynal
y Peralta en el expediente del mercado a construirse en la manzana Nº 8 ...”
Creyendo la municipalidad estar de nuevo en posesión de los
terrenos, resuelve en 1887 (siendo intendente Luis Caronti) proceder a
construir un mercado en la manzana 8 citada, con planos de Mario Biggi y para
empezar y arbitrar recursos se sacan a remate los lotes 1 a 4, 9 a 16 y 21 a 24
de dicha manzana. La víspera del remate, Ataliva Roca hace intervenir a la justicia
alegando derechos a esos terrenos y el remate es suspendido.
Pero la acción de Ataliva en los tribunales solo prospero a
medias. Torre había hecho con la municipalidad un arreglo, por el cual devolvía
la manzana 8 a cambio de la quinta 203; pero más tarde los derechos de Ataliva
pasan a Joaquín Carballo el cual se entrevista con los municipales, vuelve a
posesión de la disputada manzana 8 y se compromete a levantar en ella el
mercado, entregando a la municipalidad la suma de 6.000 pesos a los seis meses
de estar funcionando. Este contrato se refrenda, y por segunda vez la
municipalidad comete el error de conceder al dueño del mercado derechos
exclusivos. Nadie, ni siquiera la comuna podrá levantar otros mercados durante
los 20 años de la concesión. Se reserva sí, el derecho de expropiar a los
14 años pagando el valor de tasación y un 20 % como prima. El concesionario
pagara 300 pesos mensuales los diez primeros años y 600 los restantes: por las
sucursales que establezca 100 y 200 respectivamente.
LA
INAUGURACIÓN A FINES DEL SIGLO XIX
Todas
estas dificultades habían llevado su tiempo y el mercado no pudo inaugurase
hasta el 1 de agosto de 1892, siendo el que hoy conocemos por mercado de abasto
y situado en la calle O’Higgins. Su primer administrador fue Máximo Peralta, el
cual renunció a los pocos meses. Más tarde la concesión pasó a manos de
Cabanillas.
[la concesión para su funcionamiento fue otorgada a la firma Estévez Cambra y
Cía]
El
edificio contaba con un amplio kiosko poligonal central al aire libre, que daba
a diez puestos de carne, a los que se accedía por dos entradas.
Con
los años se fueron ocupando también los locales que daban a la calle. Los
vecinos apodaron al mercado república nocturna, debido a los ruidos,
desorden y constante movimiento de carros que traían carnes, verduras y frutas
que venían de la región.
Todo
ese movimiento contribuyó a la consolidación de O´Higgins y Donado como las
principales calles comerciales.
Sin
embargo, ya en el año 1902 ya se empezaron a mencionar ciertas falencias, como
que el edificio era una heladera grande y sucia en invierno, un horno
ardiente en verano, y que los olores que emanaba podían llegar a ocasionar,
incluso, un grave peligro de asfixia.
A partir de 1904 el negocio del mercado era excelente y la
municipalidad comenzó a pensar en la conveniencia de hacer uso del derecho de expropiación
que para ella comenzaba a los 14 años de inaugurado. Rojas, durante su
intendencia, elevo al concejo en mayo de ese año un proyecto de expropiación
que no tuvo consecuencias: más tarde, hubo negociaciones serias sobre la base
de un millón de pesos, pero tampoco fue posible terminarlas. El punto
culminante de esas negociaciones fue el año 1909, conviniéndose en cancelar por
una parte los derechos de exclusividad y de radio y perdiendo la comuna sus
derechos a la expropiación. En 1905 se había elevado la patente del mercado a
6.000 pesos anuales; por el arreglo de 1909 se le fija una patente máxima de
3.000.
En
cuanto fue posible establecer nuevos mercados, surgieron varios: el mercado de
Alvarado de J. Gorina, el de Villa Mitre de Peralta; luego el Noroeste en
calles Atacama y Holdich: el Obrero en el Barrio Tiro Federal; el del Sud, en
Brown 742 y finalmente el San Martin, al número 380 de la calle del mismo
nombre.
EL
MERCADO PASA A SER MUNICIPAL
En
1948 una comisión integrada por médicos, veterinarios y técnicos, sugirió la
necesidad de modernizar al edificio “por razones de orden estético y
sanitario”. Así, entonces, en 1951 el intendente Norberto Arecco declaró la
utilidad pública del edificio y procedió a su expropiación.
El
8 de abril de 1951, la firma Lanusse & Olaciregui Ltda. tuvo a su cargo el
remate de las instalaciones del viejo Mercado de Abasto, cuya superficie
cubierta era de 5.751,31 m². En el texto publicitario del remate podía leerse:
“en
el corazón mismo de Bahía Blanca donde se centralizan y se irradian las
energías activas que hacen de esta ciudad y su próspera región, una estrecha
unidad entre la geografía, el trabajo y el progreso (…) flameará el 8 de abril
a las 11 Hs. como un augural saludo por el 123º Aniversario de Bahía Blanca, la
bandera de Lanusse & Olaciregui, en uno de los acontecimientos
inmobiliarios más trascendentales de los últimos cincuenta años: el remate del
MERCADO DE ABASTO.
ES VERDAD…
Se remata el
Mercado de Abasto
¿Cuánto
vale un pedazo de tierra en pleno corazón de Bahía Blanca? (…) la verdad un
pedazo de tierra en el centro fabril del comercio de nuestra ciudad no tiene
precio.
Su
ubicación es insuperable. Comercialmente estratégica. Las propias dimensiones
del inmueble – virtualmente una manzana – permiten que más de un centenar de
personas desarrollen cómodamente las actividades propias del lugar.
Las
calles que rodean el Mercado de Abasto, como las de O´Higgins y Donado,
canalizan, absorben, distribuyen y dirigen las principales energías del
trabajo.
El
municipio expropió el mercado y pagó la suma de 3,2 millones de pesos a la
sucesión de Tomás López Cabanillas y Leónidas Lucero, propietarios del
edificio.
Resuelta
la expropiación, la comuna llamó a licitación para demoler el viejo edificio, y
organizó un concurso de anteproyectos para la construcción de uno nuevo. Este
mercado modelo municipal debería contar con dos subsuelos, planta baja y cuatro
pisos superiores destinados a los puesteros.
A
fines de 1951 se firmó contrato con el arquitecto Miguel C. Rocca, ganador del
primer premio.
La
preparación de los planos para licitar la obra, que fue bautizada “Mercado
Presidente Perón”, demandó más de un año y recién a principios de 1953 se
pudo licitar. Sin embargo, cuestiones técnicas obligaron al intendente Arecco a
declarar desierta la licitación para la construcción, y el golpe de estado de
1955 envió al archivo todo lo actuado.
DEMOLICIÓN
DEL MERCADO DE ABASTO
Así
entonces, a pesar de ese intento, el edificio se mantuvo en pie, en pleno
centro con sus serios problemas de higiene, entre otras falencias.
Recién
en 1966, el intendente Luis María Esandi convocó a un nuevo concurso nacional
de anteproyectos para la construcción de un edificio que tendría similares
características a las planteadas en la década de 1950, salvo que los pisos
superiores estarían destinados a cocheras. Esa fue la convocatoria más exitosa
de la historia de Bahía Blanca, con 47 proyectos recibidos de todos el país.
El
jurado, formado por los arquitectos Eduardo Sacriste, José María Pascualetti y
Pedro Doiny Cabré, eligió por unanimidad la propuesta de los arquitectos Mario
Goldman, Horacio Ramos y Emilio Gómez Luengo. Mario Goldman recordó años más
tarde: “Creo que lo que nos hizo ganar el concurso fue como resolvimos el
acceso a las cocheras, abriendo calles en la parte posterior del edificio y
entradas mediante dos rampas”.
Entre
los años 1967 y 1968 se comenzó con la mudanza de los puestos y se demolió el
ala del mercado que daba sobre calle O´Higgins. Se pensó que esta parte del
edificio iba a ser reconstruida posteriormente, según lineamientos municipales.
Posteriormente, en ese lugar se inauguró la Plaza del Sol en 1978,
rebautizada en 1994 como Plaza Ricardo Lavalle.
LA
INAUGURACIÓN DEL MUEVO MERCADO MUNICIPAL
El
nuevo edificio del Mercado Municipal, que contaba con subsuelo, 59 locales y
cocheras, fue inaugurado finalmente durante la intendencia de Mario Monacelli
Erquiaga, el 1º de septiembre de 1971.
De
este mercado se dijo que daba una respuesta adecuada al crecimiento de la
ciudad, con una funcionalidad y visión de futuro que la hacía una de las más
completas en su tipo en Sudamérica.
Sin
embargo, la mayor crítica que realizaron sus visitantes, fue la poco práctica
vinculación que existía entre el edificio y las veredas.
En el año 1993 el edificio fue bautizado “Mercado Municipal Comunitario don Eugenio Martínez” en memoria de quien fuera intendente electo entre los años 1973 y 1976, fallecido el 27 de junio de ese año.